Un problema la concebimos siempre como una carga emocional de sufrimiento, preocupación, frustración, cansancio.
Lo percibimos como el obstáculo que obstruye nuestro camino.
Nos angustiamos por que hace que nuestros planes cambien, causando desorden en nuestra vida cotidiana.
Así es la manera en que hemos aprendido a percibir a lo que consideramos “problema”.
Sin embargo, un problema también representa ser una oportunidad en espera de ser explotada.
Es un reto a ser superado, un desafío a nuestra inteligencia, a nuestra imaginación y a nuestras habilidades.
Todo “problema” en realidad es una oportunidad disfrazada. Es una oportunidad de crecimiento personal, de desarrollo de nuevas habilidades, de activar nuestra potencia creadora a mayores logros.
Un “problema” puede significar una fuente de inspiración que no lleve a crear, a desarrollar nuevas y mejores ideas, a innovar.
Los problemas, los errores, las faltas, las equivocaciones, las crisis, rara vez son percibidos como oportunidades para aprender e innovar...
Resolver problemas no siempre es recuperar el camino,
sino encontrar otros.
Resolver problemas no siempre es recuperar el camino,
sino encontrar otros.
Entre más problemas soluciones, más sabiduría adquieres. Un problema es una oportunidad para Aprender a Crecer.
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