Debo vivir mi vida como si fuera el último de mi existencia. Olvidar todo aquello que considere derrotas del ayer y no angustiarme por el mañana. Hacer de este día, el mejor día vivido del año, así todos los días de todos los años. Tomar la batuta de mi vida y dirigir con ella todos los días por venir. Tomar la decisión a partir de hoy, de tratar a las personas con las que me encuentre, sean amigas o no, conocidas o extrañas, con mucha amabilidad, comprensión y todo el afecto que pueda mostrar. Respeto y sinceridad al hacerlo y, no esperar ninguna recompensa. Quizás no sea tan fácil, pero debo de decidir intentarlo. Si lo hago así, mi vida puede realizar un cambio. Si no lo hago, todo seguirá igual, con la monotonía de siempre. Tal vez no este tan acostumbrado a dar, pero cuando doy, siento satisfacción y una inmensa alegría en el corazón. El dar, lo convertiré en hábito. Me esforzare por romper las tediosas rutinas de la vida diaria. Las convertiré en hermosos desafíos. Luchare por hacerme conciente de vivir un día a la vez, todos los días. Haré algo diferente. Haré algo que me guste, o algo que hasta la fecha no he podido hacer. Hacerlo puede ser confort para mi espíritu y alegría en mi vida. Haré más tiempo para mejorar las relaciones y convivencias familiares. Hablaré o visitaré más a mis vecinos y a mis amigos. Es posible que mi visita les saque de su tediosa rutina diaria y a ellos les hará un bien. Estar con un amigo, a veces tan solo unos minutos, puede hacernos recuperar la energía perdida por un mal momento o recordarnos el porque de nuestro esfuerzo, nos proporciona entusiasmo y nos anima a seguir adelante, en busca de nuestros más grandes sueños. Ese es un amigo.
A veces no me es tan fácil dejar de lado actividades carentes de mucha importancia en mi vida diaria y que sin embargo he considerado, equivocadamente, de mucha importancia. Dejar este tipo de actividades y sustituirlas, con un esfuerzo enfocado, por actividades más productivas nos procura una vida más feliz y más prospera.