Como cualquier otro día de campamento, Lucía bajó por la larga cuesta que llegaba hasta la playa. Se había quedado rezagada para poder comprar una coca cola y el resto de los chicos y chicas y los monitores seguro que ya habían llegado a la playa. Bueno, eso no importaba mucho. Ella estaba en el campamento de mala gana. ¡Casi la habían obligado sus padres! Un campamento de un Centro cristiano, ¡que tontería! Ella, que no creía en nada.
De repente oyó una voz que le decía:
- "Oye, ¿me das un poco?".
Se giró y vió a un hombre joven, con barba al estilo hippie, sentado en la boca del pozo del pueblo. Bueno, no era un pozo de verdad, llevaba años de adorno.
Lucía se quedó extrañada de que le pidiera coca cola un extraño, pero por alguna razón sintió confianza y le acercó la lata.
El joven bebió un sorbo:
-"La verdad es que esta agua está más fresca, ¿quieres un poco",
le preguntó.
-"¡Ese pozo no tiene agua, lleva años de adorno!", respondió la chica sonriendo al extraño.
-"Es cierto, lleva años de adorno, sin hacer nada, sin servir para nada, es simplemente un adorno puesto en mitad del pueblo. Es como mucha gente, que vive su vida en si mismos, sin servir para nada, sin mirar a los demás" El hombre la miraba fijamente a los ojos, como si hablara de ella.
-"¿Se refiere a mí? ¿Acaso me conoces?" Preguntó extrañada la chica. -"Yo no le había visto en mi vida".
El hombre sonrió y la miró compasivamente.
-"¿Sabes que el 70% de una persona es agua? Tu estás llena de agua, un agua viva que quiere salir hacia los demás. Pero prefieres quedarte con toda esa agua para ti, no quieres compartirla, no quieres creer en nada. Podrías ser fuente y te conformas con ser un pequeño vaso."
El hombre se incorporó y comenzó a andar alejándose de la chica, de repente, se dio la vuelta y le dijo:
-"Recuerda, Lucía, es mejor ser fuente que vaso.", y dicho esto siguió alejándose.
Lucía se quedó sorprendida, ¿cómo podía conocer su nombre ese extraño? Siguió andando hacia la playa, pero algo la detuvo y la hizo mirar a su espalda. El extraño ya no estaba allí.
- "¡Qué extraño! ¿Cómo se habrá ido tan rápido?".
Lucía se encogió de hombros y continuó su camino antes de que la echaran la bronca por llegar tarde. Ya había olvidado al extraño, pero una voz se repetía en su cabeza:
- "Es mejor ser fuente que vaso".
Muy hermoso. Excelente version moderna de la parabola de la samaritana, Gracias.
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